¿Cómo llegué a ser preparador? ¡Te lo cuento!
Con más de 14 años dedicados a entrenar y motivar a personas, y respaldado por una sólida formación en entrenamiento, nutrición y suplementación, pero, sobre todo, con la experiencia de 33 años entrenando. He sido asesor y preparador de personas que han logrado transformaciones increíbles, sin importar su constitución, edad, nivel o sexo. La satisfacción plena de todos los que han completado el plan es mi mayor garantía.
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Todo empezó por casualidad, gracias a los alumnos y la vida misma. Tenía casi 18 años, y no me embarqué en el mundo del fitness por inseguridades (aunque las tenía), complejos (que tampoco faltaban) o falta de autoestima. Empecé porque mi madre se apuntó al gimnasio para perder algunos kilos y, como le daba vergüenza ir sola, decidió inscribirme también. Irónicamente, ella no fue nunca, y yo tardé más de un mes en animarme. Aquél día llovía a mares y se había cancelado el entreno de fútbol sala, y como el gimnasio estaba cerca, decidí dar el paso.
Nunca imaginé, mientras bajaba aquellas escaleras por primera vez, el impacto que el fitness tendría en mi vida. Al principio, como muchos, no tenía ni idea ni objetivos claros, pero siempre fui disciplinado. Hacía lo que el monitor me mandaba, aunque cuanto más curioso me volvía y más preguntaba a entrenadores o compañeros con experiencia, más me daba cuenta de que su conocimiento era limitado. Esta es una de las dos cosas que siguen pasando hoy en día: la gente confía en alguien que habla con tecnicismos o cita estudios, pero a menudo no tienen el conocimiento profundo.
Esa fue la razón por la que empecé a buscar información por mi cuenta, aprendiendo de manera autodidacta. Aplicaba lo que aprendía y los resultados físicos eran tan evidentes que los encargados del gimnasio me federaron para competir (aunque nunca llegué a hacerlo... ¡algún día contaré esa historia!).
Mi transformación llamó la atención de mis amigos, que empezaron a pedirme entrenar con ellos o, si estaban en otros gimnasios, a que les diseñara rutinas. Desde el principio trataba de personalizarlas, teniendo en cuenta si jugaban al fútbol, si eran principiantes, si trabajaban o estudiaban... algo que en aquel entonces era impensable, ya que todos recibíamos las mismas tablas sin importar nuestra edad, género o circunstancias. Por cierto, esto es lo segundo que sigue ocurriendo hoy día.
Con el tiempo, comprendí que, aunque había aprendido mucho, debía seguir formándome. Me saqué el título de entrenador federado, lo que me ayudó a entender mejor cómo entrenar las distintas capacidades físicas. A la vez, seguía formándome por mi cuenta para ofrecer los mejores resultados posibles. Además, invertí en mí mismo, poniéndome en manos de algunos de los mejores preparadores del momento (diría que entre los cinco o seis más reconocidos de hoy) para contrastar métodos e ideas.
Asistí a horas de seminarios: primero sobre suplementación, luego entrenamientos para mujeres y finalmente sobre nutrición, que fue la clave que me abrió una nueva perspectiva. Entendí que la base del éxito en este deporte está en una alimentación adecuada.
Puse todo ese conocimiento en práctica conmigo mismo. Había perdido la forma en los últimos años por falta de motivación y una mala alimentación, pero en solo cinco meses el cambio fue increíble. Fue entonces cuando Daniel, mi primer cliente y conocido del fútbol, que llevaba años luchando contra el sobrepeso, confió en mí y empezó a ver resultados desde la primera semana. Luego llegó Diego, un gran amigo que al ver mi cambio me pidió ayuda, y en seis meses, a sus 48 años, parecía de 35. Lo mismo pasó con Rocío y Vanesa, quienes, a pesar de haber trabajado con entrenadores ganadores de campeonatos, no paraban de decirme lo satisfechas que estaban conmigo.
Gracias a ellos, y en plena era de la comunicación y redes sociales, mi método se fue extendiendo de boca en boca: amigos, familiares, compañeros de trabajo, vecinos... Todos confiaron en mí, y estas mismas personas fueron quienes me animaron a ampliar mi ayuda a más personas que, como ellos, hayan probado sin éxito otros métodos y estén buscando ese cambio definitivo.
Por eso estoy aquí. ¿Te animas?
